Lola acaba de matar a Manolo, su marido. Con un inicio como este pensarás que es una villana, pero cuando ella comienza a contar las vivencias de su historia tu opinión cambiará.
Una vida llena de anécdotas sacadas de su tragicomedia personal, sacarán carcajadas y en ocasiones que se te remuevan las entrañas.
La decisión de Lola guarda un final inesperado que arranca los aplausos desde el más absoluto silencio y te deja con un sentimiento de optimismo y responsabilidad ante un tema tan importante como son los malos tratos.
Lola nace de oír historias de madres y abuelas que aun viviendo situaciones difíciles y crueles, sabían luego contarlas de una manera amena e incluso divertida.
Ni una posguerra horrible, ni la soledad en matrimonios con el amor en “modo off’, ni tragedias diversas, conseguían que sus vivencias no te arrancaran alguna sonrisa. Mujeres sin vida personal, que cocinar y atender a sus maridos era su única rutina.
Mujeres que siempre estaban en segundo lugar y nunca por encima de los amigos, hobbies o vicios de sus cónyuges.
De todas ellas nace Lola, una mujer maltratada física y mentalmente que pone cucharadas de azúcar en forma de humor a una amargada vida junto a su Manolo. Lola es una de tantas mujeres que viven en un infierno y que sólo pueden escapar de su devastado hogar con su imaginación, algo que a Lola le sobra.
Dirección: José Warletta y José Enriquez Pérez
Texto: José Warletta
Int'erprete: Amparo Sospedra